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Cuando hablamos de fotografía de moda, es inevitable pensar en Bill Cunningham, el legendario fotógrafo que convirtió las calles de Nueva York en su pasarela personal. Con su bicicleta, su cámara y su característico abrigo azul, Cunningham redefinió la forma en que entendemos la moda urbana y el periodismo de estilo.
Antes de que Instagram y las redes sociales popularizaran la fotografía de moda callejera, Bill Cunningham ya estaba documentando las tendencias que emergían espontáneamente en las calles de Nueva York. Su trabajo en The New York Times, donde dirigió la icónica columna On the Street, se convirtió en una referencia para diseñadores, editores y amantes de la moda de todo el mundo.
A diferencia de otros fotógrafos de moda, Cunningham no buscaba celebridades ni looks producidos. Su interés radicaba en la autenticidad de la vestimenta diaria, en cómo las personas expresaban su creatividad a través de su estilo. Para él, la moda no se trataba de etiquetas o marcas, sino de la manera en que la gente usaba la ropa para contar su propia historia.
Nacido en 1929 en Boston, Bill Cunningham inició su carrera en la moda como diseñador de sombreros antes de dedicarse completamente a la fotografía. A lo largo de su trayectoria, rechazó muchas oportunidades lucrativas y mantuvo su independencia como artista. Su enfoque era claro: documentar la moda por amor al arte, sin dejarse influenciar por la publicidad o el dinero.
El documental Bill Cunningham New York (2010), dirigido por Richard Press, nos ofrece una mirada íntima a su vida y ética de trabajo. En él, se muestra su incansable dedicación, su humildad y su pasión por capturar la esencia del estilo neoyorquino.
Bill Cunningham falleció en 2016, pero su legado sigue vivo en la forma en que hoy entendemos la fotografía de moda y el street style. Su trabajo sigue inspirando a fotógrafos, diseñadores y creadores de contenido en todo el mundo, recordándonos que la moda es un reflejo de la sociedad y un arte en constante evolución.
En un mundo donde la moda cambia a un ritmo vertiginoso, la mirada de Bill Cunningham sigue siendo un recordatorio de que el estilo genuino siempre encontrará su camino a través de las lentes correctas.